19 de septiembre de 2012
Tenía ganas de ver a estos americanos de raíces irlandesas sobre el escenario. Todo lo que había oído era bueno. Y todas sus canciones suenan a una mezcla de metal, rock, punk y folk que desde luego desata adrenalina que ni siquiera sabías que tenías. Y me apetecía comprobar si el efecto escenario tenía el mismo impacto.
En el AE Stage de Pittsburgh (American Eagle, uno de muchos edificios corporativos que adornan la ciudad) se unieron americanos (demócratas y republicanos) con faldas, barbas, caras pintadas y latas de cerveza para ver a los Dropkick Murphys. Pero antes, teníamos un par de entrantes para irse haciendo a ese moderno recinto.
Le tocaba a Elle King. Una cantautora acústica tatuada que dejó música agradable, tranquila y letras que clamaban "Right now lick it good, suck this pussy just like you should". Toda una declaración de intenciones...que dejó tras de sí una ristra de carcajadas y alguna sonrisa picarona que otra. Fue un bolo sencillo, corto y que sirvió para empezar a mover ligeramente los pies.
Turbo AC's parecían desde la tercera fila un grupo punk que vivía más en su estética que en su música. Y aunque la gente empezó a motivarse para la batalla que estaba por venir, la verdad es que para mí la música del grupo quedó totalmente enterrada por el Let's Go Murphys que el público aclamaba cada 4 minutos y 25 segundos, aproximadamente. Sonidos previsibles, nada nuevo. Melodías secas y ritmos del que cualquier aprendiz de guitarra querría evitar. Sin embargo, resaltar el tema Nomads, que por sorprendente, merece la pena escuchar. Aun así, con un estudio mejor que su directo, fue la nota creciente que hacía falta para calentar al personal.
Personal que a las diez de la noche se volvió loco. Loco de atar. Loco de remate. Majareta perdido, cuando saltaron al escenario a los que llevaban esperando desde hacía un buen rato. Esos chicos que nada más aparecer desbocaron una batalla campal entre las filas dos y doce. Con The State of Massachusets se sucedió un huracán acompañado por banjos, gaitas, acordeón, guitarras de todo tipo, batería y bajo. Ah, y una voz que bien podía ser la de cualquier grupo de new metal. O del old. Qué puta fuerza.
Con una puesta en escena sencilla, sin alardes de luces y colores o decoración original, los murfis se hicieron fuertes a lo largo de las 2 horas de concierto dode tuvieron cabida Bastards on parade, The Irish Rover, Rose Tattoo y por supuesto, I'm shipping up to Boston, que les lanzó a Hollywood cual polizones. O infiltrados. Con momentos para la acústica (que no el relax), el concierto fue intenso, animado y potente. Muy potente.Incluso hubo hueco para una versión del T.N.T. de AC/DC.
Tras el típico "me voy, no me voy", estos señores no podían despedirse sin hacer lo que más les gusta: rodearse de la gente que se desfoga en sus conciertos. Así que como suele ser habitual en sus actuaciones, abrieron las puertas del escenario y decenas de personas (sólo chicas, al menos al principio) se animaron a bailar y a cantar entre los protas de la noche.
Una noche que bien podría haber sido la de San Patricio. Por el verde de las faldas, la música y la cerveza. Pero sobre todo porque fue cojonudamente divertida.
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