19 septiembre 2013

Festival DCODE en Madrid

14 de septiembre de 2013

En un ambiente presumiblemente alternativo, donde gafas de madera y zapatillas Converse iban a abarrotar los campos de rugby del conocido Cantarranas de la Complutense, dos grupos muy distintos sobresalieron frente al resto. ¿Cuáles? Leeros la crónica, cojones. 

La zona de conciertos del festival es muy buena. Después de haber transformado el terreno en un lugar donde caminar no implica moverte por arenas movedizas, como era costumbre cuando se practicaba cualquier deporte en ese barrizal, la organización ha estado muy avispada en sacar provecho a un recinto diáfano, muy bien ubicado y con un potencial tremendo para este tipo de eventos.  

Se antojaba complicada la noche: varios apetitosos conciertos simultáneos que obligaban a planear con antelación qué grupos serían los agraciados con ser mencionados en este blog y cuáles se tendrían que conformar con  aparecer en los medios tradicionales. Claro estaba el atender, entre otros, a John Grant, y no el futbolista escocés, sino el cantante americano homosexual que habla un castellano bastante decente. 

Tras una escuchada a su disco Pale Green Ghosts, las canciones transmitían esa melancolía endémica de estos cantantes especiales que llaman la atención, pero a diferencia de otros como Micah P. Hinson, se intuía un buen rollo que hacía prever un concierto agradable. Y así fue. Un repaso bastante exhaustivo a su último trabajo donde temas como GMF o Black belt alentaron al público que poco a poco empezaba a llenar el espacio. Con frases de ánimo a sus compañeros rusos y quizá una pequeña falta de carisma sobre el escenario, el colega Grant dejó buen sabor de boca para, al menos, seguirle la pista. 

Era a partir de las 8 cuando empezaba la traca del festival, y grupos intermedios como L.A., tras un breve paso por su bolo y tener la sensación de haberles escuchado unas mil veces, sirvieron de excusa para abrir el momento descanso, donde un palo, una cerveza, un bocadillo y una peluca triunfaron. Sí. Conseguí un palo. 

Love of Lesbian, un clásico en este blog, no está hecho para un festival. Son un grupo que necesita de la complicidad del público. Y eso les honra. Que necesitan interaccionar y deleitarse en las canciones - temazos que tienen. Que necesitan dar coba al personal para entrar en acción. Y para eso, una hora se hace escasa. A pesar de contar con la colaboración de Eva Amaral y tocar varios de sus éxitos, entre ellos Los toros en la Wii (Fantástico), no se les veía cómodos en este formato. 



Mientras los Vampire Weekend y FOALS hacían las delicias, supongo, de la gran parte del festival, en el escenario pequeño, ese que siempre da las mayores sorpresas en los eventos sonoros, venían dos grupazos, uno tras otro. Toundra, ya reconocido como una de las bandas que parten la pana en el panorama musical español por su arriesgada y técnicamente perfecta apuesta por el rock instrumental, y Reptile Youth, que siendo la primera vez que pisaban la capital no Olímpica, devoraron todo a su paso.

Toundra puso los watios y la energía en un festival donde los amantes del guitarreo bien llevado y acompasado parecíamos no tener sitio. Sus temas resonaron hasta incluso superar a los del escenario grande, infestado de vampiros. Zanzíbar, entre otros, permitieron que por un momento las barbas y las melenas salieran a relucir, amén de las guitarras aéreas. 

Por su parte, los daneses de Reptile Youth empezaron su concierto con una intención clara: Let's see how far we can go, una declaración de intenciones que pasó por Black swan born white y Speeddance, donde su cantante, viva imagen sobre el escenario de un grande como Ian Curtis, se lanzó varias veces sobre el público totalmente a favor de obra, y levantó pasiones con temas potentes y melódicos.

Tras un paso por Amaral, sin tiempo para darme una buena o mala impresión (a excepción de unos mofletes exhuberantes que siempre están al acecho), llegaban unos tal Franz Ferdinand. Ya curtidos en más de mil batallas, estos escoceses liderados por un tipo con apellido griego venían ya sabedores de su victoria. De un público entregado y de un escenario magnífico donde lucían sus cuatro manos unidas. 

Así es. No es difícil intuir que Right Action, , Ulysses y Take me out retumbaron como si no hubiera un mañana, especialmente esta última, quizá hinmo de una banda que ha sido agraciada con el merecimiento del público. Canciones pegadizas, bailongas y llenas de decoración, con un sonido genial, que les mantienen en lo alto de las bandas del siglo XXI. 

DCODE. Festival que por ahora mantiene a Madrid en cierto nivel dentro del mundo de la música, después de la desaparición de algunos y la debacle de otros. Necesitados por pensar en sueños bucólicos y pasar buenos ratos, aunque sea por un sólo día y por los buenos momentos, Madrid debe seguir apostando para que 2014 siga siendo año de DCODE.