5 de Noviembre del 2011
Siempre es una alegría ver que más allá de garitos que cierran; de salas que se cansan de pedir permisos en este mundo burocratizado; de programas de televisión y cadenas de radio que nos abrasan los oídos con las mismas canciones día tras día; de ver cómo los discos son cada vez más caros con menor calidad en su edición; sigue habiendo luz. Y esa luz se presentó, en este caso, como reapertura de la sala Rock Palace.
No sólo es unas cuantas salas de ensayo o una sala de conciertos con aforo más que limitado. Se trata de un símbolo del panorama musical madrileño que, pasándose la crisis del ladrillo por la entrepierna, ha dedicado tiempo y esfuerzo en renovar sus instalaciones.
Durante todo el fin de semana (en Madrid éste empieza el jueves) se han estado organizando conciertos para celebrar tan magno acontecimiento. Los Imperial Surfers, Novak o Tetallica se subieron al escenario, entre otros. Y el sábado le tocaba a Motociclón y a Novedades Carminha, lo que prometía ser la prueba definitiva para ver si los cimientos del edificio estaban preparados para una verdadera dosis de watios y saltos de los asistentes.
Con puntualidad cuasi escrupulosa, a las 23 horas dio inicio el concierto de Motociclón, en una sala llena de gente (entre ellas, personalidades del mundo de la canción), bien insonorizada y con un precio de la cerveza bastante decente para tratarse de un bolo gratuito.
Y el grupo se dejó de tonterías desde el principio. Nada de ir poco a poco. De escatimar, de especular con la intensidad sobre el escenario. En el minuto uno aquello se convirtió en una fiesta en forma de punteos heavies, de letras divertidas y desenfadadas y de brincos, de implicación con el público y hasta de chistes verdes.
El grupo vallecano dio un recital de directo, acompañados por unos cuantos seguidores acérrimos que coreaban las canciones de su último disco, Gentuza, título muy acorde con la situación actual que vivimos. Una mezcla de punk y de heavy que es imposible que quede indiferente a nadie. Más aún si se leen los cortes: Autofelación, Carne de recortá o Los explotagüevos. Pero quien piense que estamos hablando de un grupo sin sensibilidad, se equivoca. Muestra de ello es su balada Comiéndote el ojal en un 127 abandonao. Puro pasteleo musical. Cerrando con Air Guitar (guitarras del rock), estos tíos consiguieron que la sala se fuera a fumar un cigarro con una sonrisa en la boca y con la sensación de que la noche era muy larga y acababa de empezar.
Más tarde llegó el turno de Novedades Carminha que, a pesar de pintar muy bien y de prometer mucho, varios compromisos nos impideron quedarnos en esta (para mí) nueva sala de conciertos. Sala que cumple varios requisitos imprescindibles: cerca de mi casa, cerveza buena y barata y una panda de colgaos capaces de, con los tiempos que corren, seguir apostando por los grupos nuevos y darle la oportunidad a aquellos que no lo son tanto.
Con dos cojones.
No sólo es unas cuantas salas de ensayo o una sala de conciertos con aforo más que limitado. Se trata de un símbolo del panorama musical madrileño que, pasándose la crisis del ladrillo por la entrepierna, ha dedicado tiempo y esfuerzo en renovar sus instalaciones.
Durante todo el fin de semana (en Madrid éste empieza el jueves) se han estado organizando conciertos para celebrar tan magno acontecimiento. Los Imperial Surfers, Novak o Tetallica se subieron al escenario, entre otros. Y el sábado le tocaba a Motociclón y a Novedades Carminha, lo que prometía ser la prueba definitiva para ver si los cimientos del edificio estaban preparados para una verdadera dosis de watios y saltos de los asistentes.
Con puntualidad cuasi escrupulosa, a las 23 horas dio inicio el concierto de Motociclón, en una sala llena de gente (entre ellas, personalidades del mundo de la canción), bien insonorizada y con un precio de la cerveza bastante decente para tratarse de un bolo gratuito.
Y el grupo se dejó de tonterías desde el principio. Nada de ir poco a poco. De escatimar, de especular con la intensidad sobre el escenario. En el minuto uno aquello se convirtió en una fiesta en forma de punteos heavies, de letras divertidas y desenfadadas y de brincos, de implicación con el público y hasta de chistes verdes.
El grupo vallecano dio un recital de directo, acompañados por unos cuantos seguidores acérrimos que coreaban las canciones de su último disco, Gentuza, título muy acorde con la situación actual que vivimos. Una mezcla de punk y de heavy que es imposible que quede indiferente a nadie. Más aún si se leen los cortes: Autofelación, Carne de recortá o Los explotagüevos. Pero quien piense que estamos hablando de un grupo sin sensibilidad, se equivoca. Muestra de ello es su balada Comiéndote el ojal en un 127 abandonao. Puro pasteleo musical. Cerrando con Air Guitar (guitarras del rock), estos tíos consiguieron que la sala se fuera a fumar un cigarro con una sonrisa en la boca y con la sensación de que la noche era muy larga y acababa de empezar.
Más tarde llegó el turno de Novedades Carminha que, a pesar de pintar muy bien y de prometer mucho, varios compromisos nos impideron quedarnos en esta (para mí) nueva sala de conciertos. Sala que cumple varios requisitos imprescindibles: cerca de mi casa, cerveza buena y barata y una panda de colgaos capaces de, con los tiempos que corren, seguir apostando por los grupos nuevos y darle la oportunidad a aquellos que no lo son tanto.
Con dos cojones.
2 comentarios:
Pues una lástima que no te quedaras a ver Novedades Carminha, porque yo les he visto y me lo pasé piruleta. Más gallegos que el pulpo a feira.
Si de verdad son tan pulpos como el gallego a feira (¿por qué no?) supongo que estarán cantando a base de preguntas. Sería la leche...otra vez será.
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