9 de Noviembre del 2011
Bienvenidos al mundo de los sueños. Un mundo onírico lleno de marionetas, siamesas, DJ's. Donde hay lugar para todo aquello que piensas antes de dormir. Sí, sí. También hay sapos amarillos, instrumentos pequeñitos y sombras, adornadas con capirotes de papel, burbujas y globos de colores.
Así es el espectáculo de la dupla Albert Pla y Pascal Comelade. Una oda a nuestros pensamientos más profundos antes de sumergirnos en el sueño. Somiatruites, obra teatral y musical acompañada de la crudeza de las letras de Albert Plá y la música de Pascal Comelade. Una mezcla perfecta si pensamos en voces suaves e instrumentos diminutos y agudos.
Con una escenografía que transmitía ternura y unos personajes presentados, como no podía ser de otra forma, con música, Pla y el resto del reparto nos transportan a un subconsciente gobernado por uno mismo. A una escuela donde caben aquellos que sueñan con volar; con hablar como los chinos o incluso conque su padre le deje de pegar. Porque así es la vida. Divertida y cruel en la misma frase. Y así es como la entiende Plá.
También el insomnio fue cuestión de estudio. Con sonidos estriónicos y desacompasados con los instrumentos minimalistas, Pla fue capaz de crear incluso agobio; de reproducir esos momentos en los que no se puede dormir por las vueltas que le damos a la toda la información que nos llega; todo aquello que no podemos procesar y que nos impide conciliar el sueño. Fantasías raras que nos hace levantarnos de la cama, abrir los ojos e intentar dejar la mente en blanco. Pero resulta imposible.
En este estudio al interior de la mente tienen lugar el "lo dejo para mañana" y echar de menos a los que ya no están. Todo en clave de humor sin perder la esencia de la lírica profunda y desgarradora. Un estilo que a pesar del ambiente infantil creado sobre el escenario hacía vislumbrar una vida paralela dura. A la vez que dulce. Terrible. A la vez que divertida. Y Paco León, por qué no.
Un paseo especial. Y si es en forma de susurro (un sonido espectacular en el teatro) para no romper el ritmo de nuestros pensamientos, perfecto. Porque Pla es así. Tiene esa mezcla rara que encandila, sea en catalán o castellano.
No sólo sobre sueños trató. También sobre la diferencia. Su anterior disco donde recogía canciones tan profundas como Ciego, que a base de rumba catalana, enseña y explica, clarísimamente por otro lado, lo que es el amor. Nada más y nada menos. En una sala oscura, con su habitual casco de tres luces, y paseando entre el público con su guitarra, Pla fue discurseando la letra de la canción. Impecable.
Sobra decir que, más allá de estremecer, se trata de un concierto teatral más que recomendable. Tanto si quieres reír como si quieres escuchar y dejarte llevar por la tristeza. Aunque siempre encontrarás una burbuja, un sueño, detrás de tanto sufrimiento. Porque somos libres de soñar lo que queramos. E incluso de hacerlo realidad.
Y sí, soy amigo de Teófilo Garrido.
Así es el espectáculo de la dupla Albert Pla y Pascal Comelade. Una oda a nuestros pensamientos más profundos antes de sumergirnos en el sueño. Somiatruites, obra teatral y musical acompañada de la crudeza de las letras de Albert Plá y la música de Pascal Comelade. Una mezcla perfecta si pensamos en voces suaves e instrumentos diminutos y agudos.
Con una escenografía que transmitía ternura y unos personajes presentados, como no podía ser de otra forma, con música, Pla y el resto del reparto nos transportan a un subconsciente gobernado por uno mismo. A una escuela donde caben aquellos que sueñan con volar; con hablar como los chinos o incluso conque su padre le deje de pegar. Porque así es la vida. Divertida y cruel en la misma frase. Y así es como la entiende Plá.
También el insomnio fue cuestión de estudio. Con sonidos estriónicos y desacompasados con los instrumentos minimalistas, Pla fue capaz de crear incluso agobio; de reproducir esos momentos en los que no se puede dormir por las vueltas que le damos a la toda la información que nos llega; todo aquello que no podemos procesar y que nos impide conciliar el sueño. Fantasías raras que nos hace levantarnos de la cama, abrir los ojos e intentar dejar la mente en blanco. Pero resulta imposible.
En este estudio al interior de la mente tienen lugar el "lo dejo para mañana" y echar de menos a los que ya no están. Todo en clave de humor sin perder la esencia de la lírica profunda y desgarradora. Un estilo que a pesar del ambiente infantil creado sobre el escenario hacía vislumbrar una vida paralela dura. A la vez que dulce. Terrible. A la vez que divertida. Y Paco León, por qué no.
Un paseo especial. Y si es en forma de susurro (un sonido espectacular en el teatro) para no romper el ritmo de nuestros pensamientos, perfecto. Porque Pla es así. Tiene esa mezcla rara que encandila, sea en catalán o castellano.
No sólo sobre sueños trató. También sobre la diferencia. Su anterior disco donde recogía canciones tan profundas como Ciego, que a base de rumba catalana, enseña y explica, clarísimamente por otro lado, lo que es el amor. Nada más y nada menos. En una sala oscura, con su habitual casco de tres luces, y paseando entre el público con su guitarra, Pla fue discurseando la letra de la canción. Impecable.
Sobra decir que, más allá de estremecer, se trata de un concierto teatral más que recomendable. Tanto si quieres reír como si quieres escuchar y dejarte llevar por la tristeza. Aunque siempre encontrarás una burbuja, un sueño, detrás de tanto sufrimiento. Porque somos libres de soñar lo que queramos. E incluso de hacerlo realidad.
Y sí, soy amigo de Teófilo Garrido.
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