3 de Noviembre del 2011
Érase una vez un grupo de rock, por ejemplo. No uno convencional. Aparentemente podría parecer que sí lo era. Pero no lo es. Lo acabo de decir. Un batería, una teclista, dos guitarras y un cantante. Combinación capaz de descomponer la partitura más cuerda, más sensata, más melódica, en fracción de segundo. Ya.
Tras varias intentonas por asistir de nuevo a un concierto de Los Cuantos, con el recuerdo de una sensación de boquiapertura que me provocaron en el III Ferrarra Festival, por fin tenía la oportunidad de confirmar si aquello fue flor de un día. O si, y como suele ser habitual, las primeras impresiones cuentan.
El concierto servía de presentación del disco de descarga legal gratuita (pinche aquí) Love, Love, Love. Que puede que salga ahora, pero sus canciones llevan retumbando en las salas españolas durante algún tiempo. Tiempo que ha servido para crearse una panda de fieles seguidores animosos o, por el contrario, que buscan animarse con blues, jazz, psicodelia. Locura mezclada con un toque de sosiego. Pero sólo un poco.
No venían solos Los Cuantos en esta noche lluviosa. Les acompañaba Southern Arts Society (SAS). Grupo sevillano compuesto por tres sevillanos y un inglés. Y esto es de todo menos un chiste. En una Sala Sol bastante desolada, SAS nos trajo su último disco, Another life, completo de influencias pop-rock e incluso electrónicas. Melodías muy elaboradas pero a la vez agradables y fáciles de seguir para ser la primera vez que los escuchaba. Canciones potentes como Religion, The Window o Andalusian Morning. Tanto, que hasta el techo se les venía abajo en forma de poliespan. Música sin tapujos para cualquier momento del día. Contáis con mi seguimiento en MySpace. Hecho.
Poco a poco fueron Los Cuantos organizando su terreno. Cable por aquí. Cable por allá. El teclado aquí. Este taburete asao. Luego daría un poco igual, porque cada cosa acabaría en el otro extremo, pero es importante empezar organizados, para que el caos lo sea más aún.
Si no les has visto antes, quizás te llame la atención que todos los componentes empiecen sentados (a excepción de la teclista). Repito: empiecen. O quizá el ritmo frenético de la pierna del cantante. O quizás simplemente la belleza de la teclista. Pero esas percepciones se esfuman en el momento en el que todo empieza a sonar. Un halo de estridencia en los temas que desahoga.
Como era de esperar, dieron un buen repaso al disco, pero a diferencia de lo que creía, se desmarcaron con otros temas, mostrando que no sólo de Love vive el grupo. Love, Love, Love, Tree of Wood, His eyes keep moving towards her explotaron en la Sala Sol, entre otros, acompañados de un ajetreo continuo sobre el escenario (lo que me impidió sacar alguna foto decente del grupo).
El setlist fue intenso y corto, con un sonido bastante deficiente que, para quienes escuchaban al grupo por primera vez, pudieron llevarse la sensación de demasiado descontrol sobre el escenario. Fue una pena el no poder captar cómo la más absoluta anarquía se transforma en armonía melódica. Aspecto que se aprecia con creces en los temas del disco pero que en el concierto se perdió. Especialmente en The Roof, que considero el mejor corte del disco.
Con Hang me high Lord y un bis cerraron la noche, con lanzamiento de disco incluido. Noche cerrada por nubes y lluvia, pero que en La Sala Sol se abrió para dar esperanza a los buenos grupos del panorama musical español. Aún se pueden sacar discos y no morir en el intento. Ánimo.
Y...vivieron felices y comieron perdices.
Tras varias intentonas por asistir de nuevo a un concierto de Los Cuantos, con el recuerdo de una sensación de boquiapertura que me provocaron en el III Ferrarra Festival, por fin tenía la oportunidad de confirmar si aquello fue flor de un día. O si, y como suele ser habitual, las primeras impresiones cuentan.
El concierto servía de presentación del disco de descarga legal gratuita (pinche aquí) Love, Love, Love. Que puede que salga ahora, pero sus canciones llevan retumbando en las salas españolas durante algún tiempo. Tiempo que ha servido para crearse una panda de fieles seguidores animosos o, por el contrario, que buscan animarse con blues, jazz, psicodelia. Locura mezclada con un toque de sosiego. Pero sólo un poco.
No venían solos Los Cuantos en esta noche lluviosa. Les acompañaba Southern Arts Society (SAS). Grupo sevillano compuesto por tres sevillanos y un inglés. Y esto es de todo menos un chiste. En una Sala Sol bastante desolada, SAS nos trajo su último disco, Another life, completo de influencias pop-rock e incluso electrónicas. Melodías muy elaboradas pero a la vez agradables y fáciles de seguir para ser la primera vez que los escuchaba. Canciones potentes como Religion, The Window o Andalusian Morning. Tanto, que hasta el techo se les venía abajo en forma de poliespan. Música sin tapujos para cualquier momento del día. Contáis con mi seguimiento en MySpace. Hecho.
Poco a poco fueron Los Cuantos organizando su terreno. Cable por aquí. Cable por allá. El teclado aquí. Este taburete asao. Luego daría un poco igual, porque cada cosa acabaría en el otro extremo, pero es importante empezar organizados, para que el caos lo sea más aún.
Si no les has visto antes, quizás te llame la atención que todos los componentes empiecen sentados (a excepción de la teclista). Repito: empiecen. O quizá el ritmo frenético de la pierna del cantante. O quizás simplemente la belleza de la teclista. Pero esas percepciones se esfuman en el momento en el que todo empieza a sonar. Un halo de estridencia en los temas que desahoga.
Como era de esperar, dieron un buen repaso al disco, pero a diferencia de lo que creía, se desmarcaron con otros temas, mostrando que no sólo de Love vive el grupo. Love, Love, Love, Tree of Wood, His eyes keep moving towards her explotaron en la Sala Sol, entre otros, acompañados de un ajetreo continuo sobre el escenario (lo que me impidió sacar alguna foto decente del grupo).
El setlist fue intenso y corto, con un sonido bastante deficiente que, para quienes escuchaban al grupo por primera vez, pudieron llevarse la sensación de demasiado descontrol sobre el escenario. Fue una pena el no poder captar cómo la más absoluta anarquía se transforma en armonía melódica. Aspecto que se aprecia con creces en los temas del disco pero que en el concierto se perdió. Especialmente en The Roof, que considero el mejor corte del disco.
Con Hang me high Lord y un bis cerraron la noche, con lanzamiento de disco incluido. Noche cerrada por nubes y lluvia, pero que en La Sala Sol se abrió para dar esperanza a los buenos grupos del panorama musical español. Aún se pueden sacar discos y no morir en el intento. Ánimo.
Y...vivieron felices y comieron perdices.
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