7 de Octubre del 2011
Sudamérica siempre se ha caracterizado por la gran afluencia de grupos de rock, heavy y new metal. Seguramente por el calor de la gente, que a pesar de no venderse alcohol en eventos públicos, gozan de una vitalidad y de una sangre que en ocasiones, se echa en falta en países como España.
Lo que nunca podría imaginar es que en mi primer viaje a Sudamérica. Mi primera estancia en Chile. Mi primera visita a Santiago. Mi primer congreso de hidrometalurgia. Todo ello, coincidiera, en lugar, fecha y hora con mi apretada agenda, con el concierto de System of a Down. Y más allá, que el grupo se hospedara en el mismo hotel que yo.
Cuando les vi en Madrid, lo que vino a ser el final del hasta entonces encumbrado FESTIMAD tal y como se conocía, se cumplían diez años de su primer concierto como banda. El viernes, 7 de octubre, además del partido Argentina - Chile, significaba el final de la gira sudamericana del grupo tras su reciente vuelta a los escenarios. Un cúmulo de casualidades que hacían que todo fuera, si cabe, más especial.
El día en Santiago de Chile se fue cerrando. Después de una hora de trayecto para dar con el estadio Bicentenario, una comida rápida (aquí en Santiago tienen auténticas delicias) y algún que otro altercado con los Carabineros, entramos al recinto. Con respecto a los conciertos en España, dos diferencias significativas: en primer lugar, el amplísimo dispositivo policial y militar, seguramente promovido por los movimientos contra el sistema de educación universitaria en Chile; luego, la no venta de cerveza, que no impide que se anime desde el minuto uno.
A las 20 horas entró en escena el grupo Libra. Grupo de rock santiaguino que no gustó. Ni a foráneos ni a autóctonos. Poca fuerza en la que se supone es su casa. Temas fríos. La gente estaba más dedicada al resultado del partido clasificatorio para el mundial que del escenario. No cumplió con aquello de precalentar el ambiente. Muy necesario, por otra parte, porque la lluvia caía sobre el estadio y, aunque dejaba una estampa preciosa, el agua se empezaba a colar bajo el chubasquero.
Con media hora de retraso, y coincidiendo con el gol de Chile y con el cese de la lluvia, System salió al escenario sin concesiones. Prison Song, Soldier Side and BYOB del tirón. Dando la bienvenida a los miles de personas que allí nos reunimos. Como siempre, un dispositivo de luces y de vídeo sencillo, sin grandilocuencias, aunque con imágnes preciosas de fondo de pista. En cuanto al sonido, muy potente e intenso. Suficiente para hacernos delirar. Cantando. Saltando. Viviendo.
Especialmente emotivo fue cuando los videomarcadores mostraron una bandera de Chile que exclamaba "Fuerza Estudiantes". Además, Serj se marcó un discurso rindiendo homenaje a todas las naciones sudamericanas que habían sido capaces de sobreponerse al poder dictatorial que hasta hace no demasiado era más común que la democracia.
Siguiendo con la música, SOAD dio un auténtico recital. Más de 25 canciones de setlist de todos y cada uno de los álbumes. Especialmente destacables Needles, Psycho y Holy Mountains. Sin olvidar los clásicos Toxicity y Chop Suey, y a pesar de seguir faltando Soil en su repertorio, tras más de una hora y tres cuartos, cerraron con Sugar, por si había alguien que todavía le quedaba adrenalina.
Una suerte. Un privilegio. Sin fechas aún definidas para el tour de Europa, que me quiten lo bailao. Si ya de por sí esta experiencia estaba llegando a ser estratosférica, este inesperado encuentro la ha acrecentado. Gracias por volver. Gracias por elegir el 7 de octubre para vuestro concierto en Chile. Y Chile, mayor suerte contra Perú.
Lo que nunca podría imaginar es que en mi primer viaje a Sudamérica. Mi primera estancia en Chile. Mi primera visita a Santiago. Mi primer congreso de hidrometalurgia. Todo ello, coincidiera, en lugar, fecha y hora con mi apretada agenda, con el concierto de System of a Down. Y más allá, que el grupo se hospedara en el mismo hotel que yo.
Cuando les vi en Madrid, lo que vino a ser el final del hasta entonces encumbrado FESTIMAD tal y como se conocía, se cumplían diez años de su primer concierto como banda. El viernes, 7 de octubre, además del partido Argentina - Chile, significaba el final de la gira sudamericana del grupo tras su reciente vuelta a los escenarios. Un cúmulo de casualidades que hacían que todo fuera, si cabe, más especial.
El día en Santiago de Chile se fue cerrando. Después de una hora de trayecto para dar con el estadio Bicentenario, una comida rápida (aquí en Santiago tienen auténticas delicias) y algún que otro altercado con los Carabineros, entramos al recinto. Con respecto a los conciertos en España, dos diferencias significativas: en primer lugar, el amplísimo dispositivo policial y militar, seguramente promovido por los movimientos contra el sistema de educación universitaria en Chile; luego, la no venta de cerveza, que no impide que se anime desde el minuto uno.
A las 20 horas entró en escena el grupo Libra. Grupo de rock santiaguino que no gustó. Ni a foráneos ni a autóctonos. Poca fuerza en la que se supone es su casa. Temas fríos. La gente estaba más dedicada al resultado del partido clasificatorio para el mundial que del escenario. No cumplió con aquello de precalentar el ambiente. Muy necesario, por otra parte, porque la lluvia caía sobre el estadio y, aunque dejaba una estampa preciosa, el agua se empezaba a colar bajo el chubasquero.
Con media hora de retraso, y coincidiendo con el gol de Chile y con el cese de la lluvia, System salió al escenario sin concesiones. Prison Song, Soldier Side and BYOB del tirón. Dando la bienvenida a los miles de personas que allí nos reunimos. Como siempre, un dispositivo de luces y de vídeo sencillo, sin grandilocuencias, aunque con imágnes preciosas de fondo de pista. En cuanto al sonido, muy potente e intenso. Suficiente para hacernos delirar. Cantando. Saltando. Viviendo.
Fotos escasas por la batalla campal "amable" vivida durante el concierto
Especialmente emotivo fue cuando los videomarcadores mostraron una bandera de Chile que exclamaba "Fuerza Estudiantes". Además, Serj se marcó un discurso rindiendo homenaje a todas las naciones sudamericanas que habían sido capaces de sobreponerse al poder dictatorial que hasta hace no demasiado era más común que la democracia.
Siguiendo con la música, SOAD dio un auténtico recital. Más de 25 canciones de setlist de todos y cada uno de los álbumes. Especialmente destacables Needles, Psycho y Holy Mountains. Sin olvidar los clásicos Toxicity y Chop Suey, y a pesar de seguir faltando Soil en su repertorio, tras más de una hora y tres cuartos, cerraron con Sugar, por si había alguien que todavía le quedaba adrenalina.
Una suerte. Un privilegio. Sin fechas aún definidas para el tour de Europa, que me quiten lo bailao. Si ya de por sí esta experiencia estaba llegando a ser estratosférica, este inesperado encuentro la ha acrecentado. Gracias por volver. Gracias por elegir el 7 de octubre para vuestro concierto en Chile. Y Chile, mayor suerte contra Perú.
2 comentarios:
Ole!! Y yo preocupado porque iba a echar de menos alguna crónica de Opio durante tu estancia en Chile. Te espero en Madrid pa ir a algún concierto a la que llegues que tengo mono. Un abrazo
Un océano de por medio no me impedirá seguir, Manolo!!! :)
Gracias por el comentario, y por supuesto, cuenta conmigo a la vuelta.
Un fuerte abrazo.
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