21 de Julio del 2012
En un fin de semana en el que la tristeza ha vuelto a asolar a los Estados Unidos, esta vez en una sala de cine como marco sangriento, el decimoctavo festival anual de blues de Pittsburgh podía servir en parte para aliviar la rabia, dándole salida en forma de acordes. En forma de pelos de punta. En forma de voces rotas y profundas. En forma de letras melancólicas. Y todo ello rodeado, como no podía ser de otra manera, de naturaleza. Y cerveza. Y perritos calientes. Y puestos de Harley Davidson.
Tras una ruta en coche sencillamente espectacular, donde ciervos, mapaches y otros bichos varios te hacían sentir como un auténtico intruso en esas tierras, surgía la entrada al parque regional Hartwood Acres. Parque que es, y ya son varios, otro de esos puntos que los amantes de los paseos y los picnics deben visitar. Solos o acompañados. Con camioneta o sin ella.
Con un carisma benéfico (todos los ingresos iban destinados al banco de comida comunitaria, organización encargada de distribuir alimentos a las familias más necesitadas), si había un día que motivaba musicalmente era el sábado. Porque no siempre se tiene la oportunidad de ver a una eminencia viva del blues como Bobby "Blue" Bland. Porque no siempre se tiene la oportunidad de ver a una banda que compartió escenario con Jimi Hendrix y Janis Joplin en el Woodstock original de 1969, como Canned Heat. Y porque era el día que me venía bien.
Situémonos. Un verde descampado del Hartwood Park. Docenas de camionetas. Centenares de familias enteras con sus sillas, sus mantas traperas de campo y sus bolsas nevera llenas de hielo, cerveza y bocadillos. Y dos escenarios, uno fijo de tamaño estándar y otro, portátil, tamaño la parte trasera de un camión. Que me parta un rayo si nos os ubicais en una escena de película americana. Sólo faltarían motocicletas, puestos de comida y bebida y algún pasao que otro. Ah, calla. Que también había todo eso.
Los PGH Blues All Stars (PBAS) en el escenario principal y Jimmy Thakery & The drivers (JTTD) sirvieron de anticipo a las grandes estrellas de la noche. Previamente, Albert Cummings y Jill West & Blues Attack aparecieron tras el telón, pero dificultades técnicas personales y mi embelesamiento por algunas postales que regalaba el paisaje me impideron atenderlos.
Lo de JTTD fue genial. Hoy día es difícil que a los amantes del blues se nos sorprenda. Tantos años escuchando la misma escala repetitiva crea callo. Incluso a veces pecamos de puristas en este sentido. Pero Jimmy y su banda hicieron un acopio de originalidad para una mezcla super fresca de blues y surf al puro estilo The Shadows o de los recientes Satan's Pilgrims. Sin perder nunca la comba del blues tradicional, supieron atraer al público a su pequeño escenario y encenderlos de dentro hacia fuera. Sobre todo cuando se lanzaron con una versión guitarrera del himno de los USA.
Bobby "Blue" Bland (BBB) es de esos a los que la edad no perdona (¿y a quién sí?). Sobre todo porque tiene 82 años. Así que lo mínimo que puede necesitar es cantar desde un sillón que sus músicos desplazan a su gusto por el escenario. Porque le tratan como lo que es. Una de esas personas que tiene todo el derecho a cantar desde donde quiera. Porque un día se le ocurrió mezclar blues, gospel y R&B. Obviamente ya no despierta ese twist en las jovencitas. Sin embargo, sigue siendo muy, muy bueno transmitiendo con su voz gangosa. A las pruebas me remito: una versión del St James Infirmary que me dejó tiritando.
Tras hora y media de congoja con BBB, le tocaba el turno a Canned Heat. Con los miembros fundadores de la banda enterrados ya desde hace algún tiempo (y con historias truculentas, como no podía ser menos), los calores enlatados despertaron una admiración sorprendente nada más pisar el escenario. Bueno, no tan sorprendente teniendo en cuenta su trayectoria y su popularidad en este país de donde salen leyendas musicales de debajo de las piedras.
Rápido se apoderaron de la noche. Del público (al que con sus ritmos forzó a levantarse de sus sillas con porta-bebidas). De los ciervos. Con un Let's work together, que recordaba a Bob "el oso" Hite. Con un On the road again que gritaba a Alan "Búho ciego" Wilson. Y con un directo lleno de energía y fuerza reivindicando que sí, que tienen un pasado que llevar sobre sus espaldas. Pero que todavía está el horno para bollos. Que todavía pueden seguir llevando el boogie, el blues y el rock a muchas otras nuevas bandas. Con Going up the country el grupo terminó de mostrarse como los aclamados de la noche festivalera.
Puede que los americanos sean un pueblo con sus cosas. Por ejemplo, que masacre tras masacre en insitutos y ahora en cines la justifiquen con bajas notas en el instituto, la falta de amigos o un porro a los 16, pero nunca con la facilidad de conseguir armamento militar. Sin embargo, como ciudadanos que debemos aprender de las habilidades y virtudes ajenas, son únicos en hacer actos donde se reconozca el trabajo, la dedicación y la pasión. Y encima son eventos divertidos. E incluso benéficos.
Y el blues como música de fondo. Y ya van 18 años. Larga vida.
3 comentarios:
Por alguna razón u otra, basta haber dicho que los americanos no se plantean el problema de la tenencia de armas para que ahora lo tengan en discusión a todas horas...
quiero verlo,.
Qué pinta todo lo que cuentas... desde las camionetas y las meriendas a la música, claro...
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