24/02/2010
Quizás la veteranía te hace ver las cosas de otra forma y, aunque sólo ha sido la segunda vez que he asistido al Anti Karaoke, las sensaciones no han sido tan buenas como la primera ocasión. Aun así, sigue siendo un espectáculo tremendo, hecho a base de personajes que, ojo al dato, se encuentran entre nosotros en el metro, el autobús y quizás en la tienda del pan. Atentos.
Empezó la cosa fría, sin más calor que los potorros y los motherfuckers de Rachel, que siempre está ahí. Es increíble cómo esta mujer puede animar el tema tantísimo, con sus disfraces y sobre todo, su carácter. Es el auténtico alma mater del AK. Y que le quiten lo bailao. Lo dicho: más baladitas de lo normal, la gente no tan entregada como yo lo recordaba, demasiado romanticismo (hubo incluso morreo de enamorados en el escenario)...Pero la cosa cambió radicalmente. Un par de temazos rockeros y otro par heavies levantaron al público, a pesar de que en esta ocasión las actuaciones fueron bastante más amateurs que en el anterior AK.
Pero recordemos: estábamos de cumpleaños, 3 añitos, y la cosa no podía pasar por alto. La típica botella de Jack Daniels (que degusté), brazo de gitano (que degusté), champán (que degustó mi pelo) y, como colofón, algo de lo que no me arrepiento haber estado lejos: dos tipos con albornoz, versionando Give it away, se despojaron de éste y aparecieron en pelota picada con dos calzoncillos tapando sus partes más íntimas. Definitivamente, la clave del AK es perder la vergüenza...ajena. Pero lo mejor (repito: mejor equivale a lejos, por mi parte) fue cuando se lanzaron con sólo el calcetín sobre el público, para que éste les elevaran...puag. Más de uno y una se arrepintió de haber entrado...
Empezó la cosa fría, sin más calor que los potorros y los motherfuckers de Rachel, que siempre está ahí. Es increíble cómo esta mujer puede animar el tema tantísimo, con sus disfraces y sobre todo, su carácter. Es el auténtico alma mater del AK. Y que le quiten lo bailao. Lo dicho: más baladitas de lo normal, la gente no tan entregada como yo lo recordaba, demasiado romanticismo (hubo incluso morreo de enamorados en el escenario)...Pero la cosa cambió radicalmente. Un par de temazos rockeros y otro par heavies levantaron al público, a pesar de que en esta ocasión las actuaciones fueron bastante más amateurs que en el anterior AK.
Pero recordemos: estábamos de cumpleaños, 3 añitos, y la cosa no podía pasar por alto. La típica botella de Jack Daniels (que degusté), brazo de gitano (que degusté), champán (que degustó mi pelo) y, como colofón, algo de lo que no me arrepiento haber estado lejos: dos tipos con albornoz, versionando Give it away, se despojaron de éste y aparecieron en pelota picada con dos calzoncillos tapando sus partes más íntimas. Definitivamente, la clave del AK es perder la vergüenza...ajena. Pero lo mejor (repito: mejor equivale a lejos, por mi parte) fue cuando se lanzaron con sólo el calcetín sobre el público, para que éste les elevaran...puag. Más de uno y una se arrepintió de haber entrado...
Como he comentado al principio, el factor sorpresa es importante. Pero además esta segunda vez me ha dado la sensación de que al final todo queda en una cosa de 20 ó 25 personas que cantan una y otra vez; no es que no haya oportunidad para los nuevos, sino que entre ellos hay tal complicidad que cuesta entrar. Supongo que para eso hay que demostrar lo que se vale ahí, en el escenario...¿a la próxima?.
1 comentarios:
Como novato todavía estoy impactado ante la potente reverberancia de la palabra pothourro en labios de Rachel... De todas formas, lo que dices es comprensible, aunque creo que los dos sabemos que cuando algo se estanca es el momento de trascender y pasar a ser uno con el espectáculo.
Seguro que ya has empezado a pensar cuál será la canción...
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