23 de junio del 2011
Desde el momento en el que pulsé el play del CWA, Dredg me hizo darme cuenta de lo equivocado que estaba. De lo mucho que me quedaba por oír y disfrutar y me trajo de nuevo al mundo de los vivos. A devolver mi interés por la novedad y dar oportunidades a grupos que llegaban a mí en forma de Cd, de link o de oidas. De ahí que aunque el último disco (Chuckles and Mr. Squeezy) no es como para tirar cohetes, fue la excusa perfecta para que pudiera verles en directo de una vez por todas, ya que no son muy dados a pasar por la capital durante sus giras.
Aún recuerdo la primera vez que escuché a Dredg. Fue allá por el 2005, cuando editaron Catch Without Arms (CWA). Me pilló en una época en la que pensaba que casi todo estaba inventado. Que sería difícil encontrar nuevos grupos que merecieran la pena. Uno de esos periodos en los que caemos en el hastío y en la desidia musical. Siempre escuchando a los Rolling, a Cash, a Zappa o a algún otro mito; maldeciéndonos por no haber vivido su época de gloria y de rock sin control.
Desde el momento en el que pulsé el play del CWA, Dredg me hizo darme cuenta de lo equivocado que estaba. De lo mucho que me quedaba por oír y disfrutar y me trajo de nuevo al mundo de los vivos. A devolver mi interés por la novedad y dar oportunidades a grupos que llegaban a mí en forma de Cd, de link o de oidas. De ahí que aunque el último disco (Chuckles and Mr. Squeezy) no es como para tirar cohetes, fue la excusa perfecta para que pudiera verles en directo de una vez por todas, ya que no son muy dados a pasar por la capital durante sus giras.
Y siguiendo con novedades y aquello de desenmarañar la mente para escuchar nuevos grupos, Tenpel fue un más que digno telonero, caldeando el ambiente con su fuerza sobre el escenario. Escuchándolos a través de su MySpace, muy recomendable, pierden energía si se compara con lo que demostraron sobre el escenario. La música patria deja patente, otra vez, no tiene nada que envidiar a muchos de los que vienen de fuera.
Dredg dejó sobre la antigua Arena un repertorio bastante diverso, metiendo temas antiguos y pocos del nuevo disco. Lo cual fue de agradecer, sinceramente. Con dudas en el sonido (tuvieron algunos problemas durante todo el concierto), antes de que nos diéramos cuenta ya estaban cantando Bug Eyes, así, como el que no quiere la cosa. La slide guitar de Hayes empezó a sacar humo y Engles, el guitarrista, a derretir sus cuerdas con riffs electrizantes y llenos de rabia. Ode to the Sun, Planting Seeds y Hung Over on a Tuesday completaron los temas elegidos del CWA.
Dredg dejó sobre la antigua Arena un repertorio bastante diverso, metiendo temas antiguos y pocos del nuevo disco. Lo cual fue de agradecer, sinceramente. Con dudas en el sonido (tuvieron algunos problemas durante todo el concierto), antes de que nos diéramos cuenta ya estaban cantando Bug Eyes, así, como el que no quiere la cosa. La slide guitar de Hayes empezó a sacar humo y Engles, el guitarrista, a derretir sus cuerdas con riffs electrizantes y llenos de rabia. Ode to the Sun, Planting Seeds y Hung Over on a Tuesday completaron los temas elegidos del CWA.
El Cielo y Pariah tuvieron su protagonismo, con Of the Room y Pariah, además de Information, que trajo un poco de calma y de relax a la sala. Y mencionando la palabra protagonismo, imposible dejar pasar por alto tanto al batería, un animal de bellota que debió romper cerca de una docena de baquetas, como al bajista-teclista, que a pesar de su pinta de persona indefensa, está a la altura del resto de componentes del grupo. Pero con creces.
En una sala heineken a tres cuartos de aforo (inicialmente el concierto iba a ser en la Sala Caracol, pero pronto se les quedó pequeña), Dredg cerró con Down To the Cellar, de una manera estrambótica y sosa. Nada más terminar, se fueron del escenario destrozando guitarras, lanzándola contra la batería y dando patadas a diestro y siniestro. Por cómo dejaron el percal, estaba claro que no habría bis, porque los pipas tendrían que haber montado de nuevo todo el tinglado.
Espectáculo completo. Que me trajo muchos recuerdos agradables de aquella sensación de volver a disfrutar de la música, hace ya tiempo. Y que más allá de adormecer (había que tener cuidado con la lluvia de baquetas), entretuvo al respetable a lo largo de la hora y media.
Moraleja: todo merece una oportunidad. Bueno, casi.
En una sala heineken a tres cuartos de aforo (inicialmente el concierto iba a ser en la Sala Caracol, pero pronto se les quedó pequeña), Dredg cerró con Down To the Cellar, de una manera estrambótica y sosa. Nada más terminar, se fueron del escenario destrozando guitarras, lanzándola contra la batería y dando patadas a diestro y siniestro. Por cómo dejaron el percal, estaba claro que no habría bis, porque los pipas tendrían que haber montado de nuevo todo el tinglado.
Espectáculo completo. Que me trajo muchos recuerdos agradables de aquella sensación de volver a disfrutar de la música, hace ya tiempo. Y que más allá de adormecer (había que tener cuidado con la lluvia de baquetas), entretuvo al respetable a lo largo de la hora y media.
Moraleja: todo merece una oportunidad. Bueno, casi.
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