30 noviembre 2012

The Black Keys en el Palacio de Deportes de Madrid

28 de noviembre de 2012

Uno puede llegar a perder la noción del tiempo cuando lleva en el bolsillo una entrada que compró hace varios meses para el que estaba predestinado a ser uno de los conciertos del año en España. Los Black Keys llevan un año y medio que ni los más viejos de las profundidades del lago Erie podían imaginar, donde se han coronado como una de las bandas del momento. Y venían a demostrar por qué. 

En un Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid abarrotado y donde se proyectaron por primera vez desde que tengo uso de razón vídeos de qué hacer en caso de emergencias (qué triste es todo esto), la banda soporte elegida por el dúo de Akron fueron The Maccabees, una panda de ingleses emocionados con haber salido de su isla y que animaron a las hordas de tribus variadas que allí se congregaban. 

Con un sonido nítido pero contundente, esta nueva ola de música alternativa británica suena familiar. Voces que ni gangosas ni agudas que se acoplan a unos riffs melódicos, limpios y fáciles de recordar. Sirvan de ejemplo este Precious Time o Went Away. Fórmula que funciona, pero sin alardes ni novedades. 

Batería al frente, en paralelo con un micrófono normal, sin excentricidades. Micrófono al frente, en paralelo con una batería con bandas de colores y un bombo que rezaba The Black Keys. A escena los dos quetecuento y un par de músicos que desde el principio sabían que iban a pasar sin pena ni gloria por la capital de España. Con cinco minutos escasos de retraso, empezó la fiesta. 

Como han venido haciendo durante toda la gira, la práctica totalidad de las canciones del grupo vienen de los dos últimos discos, Brothers y El Camino, que han sido los que les han dado la fama internacional. Así, empezaron con Howlin' for you clamando a todo el público que les ayudaran a cantar y a unirse al espectáculo. Para seguir con Next Girl y Run Right Back. Para los que a pesar de descubrirles recientemente hemos tirado de anteriores discos, es una pena que no tocaran alguno de esos temas de sonido sucio de garaje de sus principios. Aunque llegaron Gold on the ceiling y un momento de tranquilidad con Little Black Submarine y se esfumaron las posibles quejas al respecto.



Desde el minuto uno el sonido, sin tener en cuenta un par de acoples, fue genial. Una cantidad de watios fuera de lo común pero totalmente aprovechada. Una guitarra y una batería que se adueñaron por completo de un recinto entregado y fuera de sí. Energía, ritmos poderosos y juegos de luces sencillos pero muy efectivos fueron algunas de las razones por las que estos dos chavales fueron ovacionados canción tras canción.

Tras hora y media de concierto y una traca final con Tighten Up, Lonely Boy y un bis con Everlasting night y I got mine (la más antigua del setlist), las llaves negras cerraron el baúl con un bolo que realmente mereció la pena.

Rock con estilo propio que tiene pinta de seguir dando guerra mucho tiempo. 

Seguiremos informando. 

24 noviembre 2012

Perros DC y IC & The Boom Boom's en la sala Skyline

23 de noviembre de 2012

Camisas de cuadros entre la audencia, tanto en un género como en el otro. Barbas desaliñadas y patillas arregladas años setenta. Pantalones vaqueros con las bastillas recogidas hacia fuera. Litros de cerveza helada corriendo por la barra. Una sala casi recién inaugurada con nombre de las grandes ciudades, de horizontes. Estaba claro: hoy tocaba Rock and Roll. 

En una zona poco transitada por un servidor, de vez en cuando en la Avenida de Brasil se organizan algunos eventos que merecen la pena, donde calidad y precio van amistosamente de la mano. En la sala Skyline, uno de los cientos de nombres que ya atesora este local, un par de bandas madrileñas se daban cita con objetivo, supongo, de que la gente desgastara la suela de sus zapatos. 

Salieron en primer lugar los Perros DC. Con un sonido que dejaba mucho que desear (acople de las voces, guitarras demasiado distorsionadas con sonidos nada nítidos), el grupo no sirvió de precalentamiento como mandas los cánones del telonerismo. Es muy difícil de entender que un grupo que se basa en trabajos de otros (la mayoría del repertorio fueron versiones de algunos de los grandes de todos los tiempos) no sea capaz de motivar a la gente. Mucha guitarra pero pocas nueces. Un tono de voz que desde la platea se notaba demasiado forzado y plano. Ni con un Tainted Love fui capaz de engancharme al hilo del bolo. Dancing Queen (escuchad mejor el original) bajó el telón de una actuación más que prescindible.

Con la decepción de los aullidos caninos mejor sobrellevada con un litro extra de cerveza, IC & The Boom Boom's empezaron a lo suyo. Acostubrados a ver al contrabajista moviéndose al son del funk, esta nueva entrega como rock clásico es igual (o incluso más) de divertida que la fórmula de Nazan Grein. Aunque los problemas desde la mesa de sonido no se habían solucionado e incluso sacaron de quicio a la cantante de la banda, los IC & cia consiguieron en cinco minutos lo que los Perros intentaron durante más de una hora: unir a público y banda y que en la sala se empezara a escuchar el sonido de chasquidos de dedos, palmadas y rodillas crujiendo.



Temas rockabilly con toques surferos animados, melódicos y con punteos de guitarra y potencia de los bajos que encandilaban. Notas claras, sin confusiones ni virguerías excesivas que daban un producto final de calidad. Todo ello unido a una voz que encajaba perfectamente entre las seis y las cuatro cuerdas. Trabajando en su primer disco, temas como este Fever o Johnny got a Boom descontrolan tus pies, manos y hombros y los pone bajo un conjuro contra el que es imposible luchar.

Una noche donde los motivados (IC's) crearon una línea gruesa distintiva con los flipados. Donde a pesar de todo, el Rock volvió a reinar (siempre lo hace). Y donde se demostró que se puede ser un segurata  enrollado con su gente y no morir en el intento. 

Noches con dos lunas en el cielo de Madrid frente a una cerveza.

Así semos.

18 noviembre 2012

Hola A Todo El Mundo en la sala BUT

17 de noviembre de 2012

Madrid es de esas ciudades donde no necesitas hacer planes con antelación. Basta clickear en un par de sitios adecuados y ya te propondrán en qué puedes invertir tu tiempo, ya sea lunes o sábado. Planes de todos los colores, precios. 

Había oído hablar bastante de Hola a Todo el Mundo (HATEM), como una de las bandas más en auge y con mejor crítica del panorama musical madrileño. En ese movimiento alternativo-indie que parece inundar la ciudad. Música que con toques de rock al más puro estilo Arcade Fire, incluía banjos, acordeones, flautas y una ristra de instrumentos más típicos del folk de Europa del este que de un grupo de gatos indígenas. Suficientes argumentos para lanzarse a la calle, húmeda y amanifestada

Alrededor de las 21 horas, en la sala BUT de Madrid, salió al escenario Grosgoroth, lo que más tarde entendí como una broma mal gastada. Un tipo con con organillo con teclas de colores, colgado a modo de guitarra, y dos micrófonos que distorsionaban su voz. Creó un ambiente de indiferencia absoluta entre la audencia allí reunida. Bases electrónicas al más puro estilo Mario Bros (sí, el de los champiñones) que si se permitiera la devolución del dinero, más de uno y de dos la hubieran solicitado. Además, para más inri, el personajillo en cuestión no hacía más que descojonarse desde el escenario. Se lo pasaría pipa, pero para nosotros fue un sufrimiento. Tras tres intentonas de abandonar el escenario (un músico debe tener palabra: si dices que te vas, te vas), marchó entre silencios incómodos. Pero siempre quedarán los amigos incondicionales que le aplaudirán la gracieta. 

Después de la esperpéntica actuación del telonero, HATEM salieron a escena dispuestos a mostrarnos su último trabajo, Ultraviolet Catastrophe, disco que ya se sabía tenía tendencias electrónicas que rompían con el molde de ese rock-folk-indie de los inicios de la banda. Basado en la obra de un tal Roy Tiger Milton (del que se ha llegado a especular que es un personaje creado por la propia banda, y su única web mantiene la duda), reprodujeron el disco sobre el escenario de principio a fin.


Con ese título tan físico-apocalíptico no se podía esperar más que letras profundas y melodías electrónicas y oscuras, nada frías y dulcemente tratadas que, aunque con un poco de decepción por mi parte (esperaba ver un vaivén de instrumentos sobre el escenario), son ideales para una mañana de resaca o un domingo nostálgico. Temas como They won't let me grow o Youth time, Least Brother & Friends, que resonaron con una acústica impecable en una sala entregada, aunque quizá excesivamente relajada. 

Hora y media de concierto que, sin llegar al poder intimista de grupos como MONO, demostraron que son gente con personalidad que, te guste o no, es lo que hacen y lo que les apetece tocar. Con un discurso final más propio de una entrega de premios Goya (a mi entender sobró), la banda se despidió sin sacar una flauta o un ukelele. Cachis.

En todo caso es bastante reconfortante ver que aquí en nuestro querido país hay cabida para músicas que salen de la línea tradicional, y que además se hace bien. Y que la gente acude a estas actuaciones, que aunque empañadas por el telonero, mereció la pena. 

A seguir buscando sonidos. Cada uno el suyo.

11 noviembre 2012

Noche de raíces en la sala Siroco

9 de noviembre de 2012

Casi como en el día de la marmota, tiempo después de aquella noche funky en la sala Siroco, los mismos protagonistas se daban lugar en el mismo sitio, y que me aspen si no a la misma hora, para pasar otra noche de buenrollismo justo cuando el frío empieza a pelar Madrid.

Con la sensación de recordar a músicos y parte del público, el objetivo no era otro que bailar, cantar los temas conocidos y disfrutar los desconocidos. Ah, y dejarse llevar. Por esa energía que se transmite desde el escenario cuando las notas empiezan a formar en el aire la palabra F-U-N-K sin percatarse. Y tu cuerpo, como algo innato, empieza a bailarlo.

Sobre el escenario era el turno de Nazan Grein. Esa banda que desde el primer instante sabes que, pase lo que pase durante el bolo, va a ser bueno. Porque hacen cositas interesantes. Y porque se les ve que lo gozan tanto como el público. Sonrisa va, sonrisa viene. Comentario gracioso va, otro que viene. Complicidad entre ellos y con el público. Funky no sólo emanando de los instrumentos, sino también de la actitud de los miembros del grupo. Entre otros, el Agrofunk sonó en las catacumbas de la Siroco con un sonido nítido y con mucha potencia de los bajos para marcar bien el ritmo de las piernas de los allí presentes.


También hubo el intermedio habitual donde el cantante, que tiene a la banda por lujo más que por necesidad (podéis ver la miniserie El Robo del Funk, donde se deja patente la amplia variedad de sonidos que el tipo es capaz de reproducir), dedicó unos diez-quince minutos al beatbox, quedando al público entre boquiabiertas y sonrientes. Una virguería al servicio de la música y del Funk. Amén. 

Con un tema final donde guitarras y bajos se fundieron, la actuación fue enérgica y divertida. Genial. 

Tras una charla más larga de lo esperado, pero que en todo caso mereció la pena, descendimos a las profundidades de la Siroco para participar en el bolo de Funkin' Donuts, donde el grupo ya había empezado a darlo todo. Pero esa es otra de las peculiaridades del Funk. Que puedes pillarlo a medias sin que tu cuerpo y/o mente se resientan. Rápido coges el ritmo y vuelta a empezar. 

De todas formas, fue a tiempo para canturrear los clásicos (para nosotros lo son) Atraco Perfecto, Fiesta Cuarto Computador o por supuesto, ese himno tan pegadizo que grita que todos somos Funkin' Donuts. ¿Qué manera hay más sencilla de hacer partícipe al público? En el siguiente link podéis disfrutar del concierto completo. 

Noche de raíces. Quizá porque este estilo de música tan especial nos quita de encima toda la presión de tronco y hojas para quedarnos en eso, en raíces, y disfrutar como parece no lo hemos hecho nunca. Horas que pasan al son de cuerdas, vientos y voces. Horas que se hacen cortas en espera de otro fin de semana largo. 

Y ya van dos. 


02 noviembre 2012

Anti Karaoke especial Halloween en la sala Sol

31 de octubre de 2012

Convertido ya en una de las mayores atracciones de la noche madrileña, el espectáculo parido, dirigido y presentado por Rachel Arieff sigue siendo una de las mejores alternativas para un miércoles cada mes en la Sala Sol de Madrid. Y si esa noche es la más terrorífica del año, más. Y si al día siguiente es día festivo, mucho más. 

En una sala Sol todavía sin llenar, el AntiKaraoke (AK) se puso en marcha a sabiendas de que el recinto no tardaría en abarrotarse. Brujas, dráculas, frankensteins, muertos vivientes, jorobados de torres oscuras, momias y otros personajes venidos del inframundo fueron convocados a este show freaky-rockero, donde aunque el set list siempre es una incógnita, nunca decepciona, porque todas las canciones tienen su puntito. Bien sea épico. Bien sea romántico (que no pasteloso). Bien sea explosivo. Bien sea adrenalínico. 

Con la memoria de los anteriores AK plagados de gente experta en desenvolverse sobre el escenario, los primeros participantes dejaron bastante que desear en la noche de Halloween. Con actuaciones bastante desapercibidas y sin ningún tipo de habilidad para el canto, se empezaba a echar de menos algún bolo de Rachel para animar el cotarro y empezar a calentarse. 

Y así fue. Un par de disfraces, un par de temazos escenificados de manera peculiar y divertida y cuatro comentarios lascivos. No necesitamos más, así somos. Aunque en este caso tenemos que incluir a un infiltrado en el escenario, un tal Alfonso, que en lugar de cantar aprovechó su paso por la zona alta para hacerle ver a Rachel cuánto se le quiere en el foso de fanáticos del AK. Y hasta aquí puedo leer. 

Empezaba lo serio. Los habituales de la noche antikaraokiana dieron un paso al frente y con What a Feeling de la querida Irene Cara, Ace of Spades de Motorhead, You shook me all night long de AC/DC, Fight for your right to party de los Beastie boys y Wicked Game de Chris Isaak, entre otras, la noche fue cogiendo forma. Con coreografías incluidas, como el divertido Time Warp, la gente iba cogiendo posiciones cerca del escenario para el ya tradicional escanciado del Jack Daniels, que reúne a lo mejor de cada casa, al son del New York, New York del amado Sinatra. 


Más de dos horas, y daba la sensación de que la noche acababa de empezar. De que aquello sólo era el precalentamiento de algo grande. Espero que a esta mujer, de gestarse la independencia de Cataluña, le permitan pasar de un lado a otro como si estuviera en su casa. Madrid y los miércoles necesitan al AK. En su página de facebook podéis encontrar novedades, vídeos de la noche y algunas fotos. 

A los que todavía seguís pensando que el Karaoke es para japoneses y acabados tras una larga noche de borrachera, acercaros a la sala Sol y romped estereotipos. 

Merecerá la pena.