30/07/09
Bienvenidos al mundo lúgubre de Nine Inch Nails. De rabia. Donde no hay nada contenido sin necesidad. Todo fluye como si fuera el hilo de una bomba a punto de explotar. Un universo sombrío y temerario donde rencor y odio se liberan en forma de música. ¿Utilizas un saco de boxeo para acordarte de este mundo de mierda o interiorizas tus sentimientos hasta que en el momento más inoportuno estallan sin control? Escucha a NIN. Bienvenidos al mundo de Trent Reznor.
Los conciertos de NIN están plagados de sentimientos, en la mayoría, capados socialmente. No contemplados dentro del "buen comportamiento" en la sociedad del bienestar. Tampoco lo están sus riffs y sonidos dentro del "rock convencional". Y por eso es por lo que quizás al terminar sientes una enorme liberación; como si hubieras pasado por el purgatorio o hubieras rezado un Padrenuestro después de una penitencia. Puede llegar a ser espiritual. Y más teniendo en cuenta que se trata de su gira de despedida.
Los conciertos de NIN están plagados de sentimientos, en la mayoría, capados socialmente. No contemplados dentro del "buen comportamiento" en la sociedad del bienestar. Tampoco lo están sus riffs y sonidos dentro del "rock convencional". Y por eso es por lo que quizás al terminar sientes una enorme liberación; como si hubieras pasado por el purgatorio o hubieras rezado un Padrenuestro después de una penitencia. Puede llegar a ser espiritual. Y más teniendo en cuenta que se trata de su gira de despedida.
Para calentar motores, Alec Empire (fundador de Atari Teenage Riot) nos trajó una antesala genial. Llena de sonido atronador, avasallador, aterrador etc. producido por sintetizadores. Cada nota te estremecía hasta el punto de que tus anticuerpos se ponían en guardia, no sabiendo muy bien lo que pasaba...el público entró en calor rápido.
Con diez minutos de antelación, NIN saltó al escenario con This is the beginning of the end. Un Trent Reznor (o Torrezno, como le llamó cariñosamente el público) hipermusculado que tiene claro que cada concierto es una declaración de intenciones, más tienendo en cuenta que era la última vez. Rodeado por un batera espectacular, un guitarra pirado y un bajista estándar, el repertorio estuvo plagado de éxitos: Head like a Hole, Reptile, March of the Pigs...Faltaron algunos clásicos que, dado que era the farewell tour, debían haber entrado: Starfuckers, Closer o The day the whole world went away.
Durante todo el concierto, el juego de luces fue como siempre: cegador cuando la ira explotaba en el escenario y suave y melancólico cuando Reznor se acercaba a los teclados a demostrar que, en el fondo, es un tío sensible. No suele ser un personaje de muchas palabras, pero en el concierto, quizás con cierto sentimiento de nostalgia a medida que avanzaba y veía que se acababa el espectáculo, soltó alguna frase de agradecimiento que otra, impropia de él. Sobra decir que el sonido, una vez más, fue acojonante. Sigue siendo un misterio para mí cómo en una música tan escandalosamente escandalosa se puede distinguir perfectamente una nota de otra.
Quizás esté cansado de regalar música por internet. Quizás quiera cambiar ese look de persona obscura y misteriosa para pasarse a la música clásica o al folk islandés. Quizás haya inventado algún otro concepto musical que nosotros los mortales desconocemos. Lo que está claro es que, haga lo que haga, habrá que darle una oportunidad porque este tío puede hacer maravillas (¿os imagináis una versión de "Torito Bravo" por Trent?). Lo que es seguro es que no debió ser fácil para él, terminando con Hurt un concierto genial.
Aun así, NIN son (fueron) la puta ostia. Y seguirán siéndolo.
Con diez minutos de antelación, NIN saltó al escenario con This is the beginning of the end. Un Trent Reznor (o Torrezno, como le llamó cariñosamente el público) hipermusculado que tiene claro que cada concierto es una declaración de intenciones, más tienendo en cuenta que era la última vez. Rodeado por un batera espectacular, un guitarra pirado y un bajista estándar, el repertorio estuvo plagado de éxitos: Head like a Hole, Reptile, March of the Pigs...Faltaron algunos clásicos que, dado que era the farewell tour, debían haber entrado: Starfuckers, Closer o The day the whole world went away.
Durante todo el concierto, el juego de luces fue como siempre: cegador cuando la ira explotaba en el escenario y suave y melancólico cuando Reznor se acercaba a los teclados a demostrar que, en el fondo, es un tío sensible. No suele ser un personaje de muchas palabras, pero en el concierto, quizás con cierto sentimiento de nostalgia a medida que avanzaba y veía que se acababa el espectáculo, soltó alguna frase de agradecimiento que otra, impropia de él. Sobra decir que el sonido, una vez más, fue acojonante. Sigue siendo un misterio para mí cómo en una música tan escandalosamente escandalosa se puede distinguir perfectamente una nota de otra.
Quizás esté cansado de regalar música por internet. Quizás quiera cambiar ese look de persona obscura y misteriosa para pasarse a la música clásica o al folk islandés. Quizás haya inventado algún otro concepto musical que nosotros los mortales desconocemos. Lo que está claro es que, haga lo que haga, habrá que darle una oportunidad porque este tío puede hacer maravillas (¿os imagináis una versión de "Torito Bravo" por Trent?). Lo que es seguro es que no debió ser fácil para él, terminando con Hurt un concierto genial.
Aun así, NIN son (fueron) la puta ostia. Y seguirán siéndolo.