16 enero 2013

Yacht Rock Revue en el Orange Peel

13 de enero de 2013

Siempre intento que los viajes al extranjero vayan acompañados de alguna actuación. No hay forma más bonita de inundarse en la cultura local que a través de la música. Bueno, y de la cerveza. Y en algunos casos también de bares con pechugonas. 

Asheville, Carolina del Norte. Ciudad de menos de cien mil habitantes que se basta y se sobra para inventarse su propia histora. Para crear un paseo que merezca la pena recorrer y que ha sido capaz de ofrecer a sus ciudadanos una amplísima oferta de música. De exhibiciones de pintura. E incluso de autobuses de dos plantas reconvertidos en bares.

En este marco, y tras echar un vistazo a la famosa ruta de los Apalaches (que recorre durante más de tres mil kilómetros catorce estados del territorio norteamericano), era tiempo para el descanso y conocer, de primera mano, si esta población nos daba su hombro cálido, como dicen los yankees

Eran varias las alternativas al frente, pero la opción de un grupo tributo a la música oldie americana de los años setenta era más que apetecible. Había ganas de bailar. Había ganas de disfrutar. Había ganas de mover la boca como si supiésemos las canciones. Y también de pisar el Orange Peel, garito que este mes de enero recibirá a Morrisey, In Flames, The Used y Graveyard, entre otros. ¡Me cagüen!.

Los Yacht Rock Revue (YRR) se definen como un show en sí mismos. Y razón no les falta. Ataviados con indumentaria propia de las discos de los 70's y con los cinturones y camisas a juego con los zapatos y pantalones (no sé por qué de un tiempo para acá me fijo en estas cosas), esta panda de atemporales se han mantenido congelados en una época. Donde las groupies sacaban humo de las pistas de baile y los Johnes Travoltas sólo se acercaban cuando les hacían un hueco en el centro y poder desplegar sus dotes como bailarines. Delante de todos, claro está. Si no, no valía. 


En una sala donde el sonido fue, sencillamente perfecto, apenas un tercio del aforo se dio cita para sudar a baile de música disco. Con la actuación previa de un DJ cuyos scratches se oían muy de vez en cuando, los YRR salieron a escena cinco minutos después del horario establecido. Durante algo más de hora y media dejaron claro que llevan en la sangre lo que hacen. No sólo por la música, que técnicamente me pareció sobresaliente sobre todo en el saxofonista-teclista y el batería, sino por la actitud. Los gestos. La forma de cantar. La compenetración entre los miembros de la banda y su interacción con el público. 

Público entre el había un par de guiris en primera fila desahogándose después de días entre osos, puentes de madera torcidos y rutas embarradas. 

Pocos fueron los temas que sonaban familiares. Alguno de los Bee Gees. De alguna película quizá. O anuncio. Sin embargo lo importante no era el cantar las canciones, sino el dejarse llevar. Porque cuando los pies dicen "Ey, desátame" es inútil oponerse. 

Que nos quiten lo bailao. 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo con todo, pero has sido benévolo al no mencionar la actitud del cantante principal. Más chulo que nadie, y haciéndonos el gran favor de nuestra vida por permitirnos presenciar su paso por un escenario.
Un abrazo!