12 octubre 2015

Reverdeceremus Festival en Acebo

10 de Octubre de 2015

Lo único bueno de las tragedias es ver la respuesta de la gente. Darse cuenta de que la solidaridad, el apoyo y el buenismo habita en la mayoría de nuestras ciudades, de nuestros pueblos, de nuestras aldeas. Es una pena que por un puñado de cabrones todo esto se vea ennegrecido y muchas veces le perdamos la pista a la buena senda.

Acebo y Hoyos, quizá las dos localidades más afectadas, se han unido para montar este Reverdeveremus cercando los robles, castaños y montes lacónicos de música autóctona. De aullidos y acordes que sirvan como la danza de Totoro. Crecimiento de nuevos brotes. Más verdes que nunca. 

Milana fue el primero de los grupos que disfruté. Además de más que agradables reencuentros inesperados, el ambiente country americano de la banda eminentemente cacereña fue más que bueno. Sobreponiéndose a los continuos problemas de ajuste de sonido (el técnico estaba claro que iba más a pinchar su música que a adaptarse a las necesidades de los músicos), temas como Niña de arena y sol retumbaron en la carpa, con esa guitarra acústica marcando el ritmo. Remolino también hizo presencia en el bolo, y canciones como Tu Olor en mi ojo izquierdo hablan de la ascendencia de esta banda, de marcado olor sureño, de mecedoras y carreteras a medio asfaltar. 

Era el turno de Pepe Peña y the Garden Band. Una panda de chavales que hacen las cosas bien. Muy bien. Brotes casi convertidas en realidad después de ver sus temas y su bagaje. Un sonido que recuerda a las tonalidades musicales de The Tallest Man On Earth y otros grandes cantautores alternativos actuales, con una pronunciada esencia en los sonidos acústicos mezclados con lo eléctrico. Fue un bolo marcado, de nuevo, por los defectos de sonido, que estoy seguro les impidieron demostrar lo que saben hacer. Aun así, temas como Home o Manuel hicieron suficiente eco como para convertirse en un grupo a seguir. 




 
La Bruja Roja y los Jacobos cambiaron el devenir del festival. El pogo se empezó a consagrar como el paso de moda en la carpa. La Bruja Roja llegó con un claro objetivo: olvidar el temporal que amainaba para que la gente se divirtiera, cantara y bailara como si allí no hubiera pasado nada semanas antes. Temas propios (No Volverá, La Marea) y versiones de los grandes (El roce de tu cuerpo) que hicieron las delicias de los asistentes, entre saltos, bailes y gritos canallas. También se notaba el toque de su técnico de sonido, con canciones como deben sonar. A ritmos kalimotxeros y con potencia e intensidad acaloraron la atmósfera a guitarrazo limpio. 

Y para continuar la onda, Los Jacobos, con el eterno Patxi (no por mayor, sino porque llevamos viéndole décadas haciendo de todo) pusieron la nota punk del festival, además de la belleza y hermosura con Samantha Fox. Chuck Norris entre otras canciones ponen de portada sus letras claras, de la calle, transparentes. Sin lujos, sin concesiones, sin virguerías. Simplemente, Los Jacobos. 

Un aplauso por los voluntarios. Un aplauso por los asistentes, las bandas (incluyendo las que no pude ver) e incluso por la lluvia, necesitada más que nunca. Un adiós al humo y un hola al verde. Porque la Sierra reverdecerá, con más vigor que nunca. 

Esta iniciativa, tan loable como su puesta en escena, debe mantenerse en el tiempo. No pensemos que una pulsera es suficiente. Cada papel. Cada colilla. Cada mierda que tiramos deja cualquier movimiento en inútil. No sólo se trata de colaborar, sino de concienciar. Porque la naturaleza es como una relación: cada día, cada acto, cada tú, cada yo...importa. 

Así que a currárselo. 

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