12/06/2010
Se puede acabar en un concierto por millones de motivos: porque lo llevabas planeando meses; porque conoces al tío del garito o algún miembro del grupo; porque paseando por la calle oyes un ruido que sale de un tugurio y que te atrae sin más; porque no tienes nada mejor que hacer esa noche. Todas estas situaciones, y alguna más, han dado con mis huesos en una sala, normalmente oscura y pequeña, escuchando grupos de los que, desgraciadamente, muchos de ellos no recuerdo si su nombre.
Pero nunca me había pasado encontrarme en un concierto que se celebraba por una boda a la que no estaba invitado. Ver ir y venir al novio y a la novia, con sus trajes inmaculados, rodeados de sus amigos más íntimos, entre vítores y cánticos familiares. Y yo (nosotros) allí.
The Solvers son un grupo madrileño que han participado este año en el proyecto demo de Radio3, cuyo ganador tiene derecho a participar directamente en el FIB. En general, se trata de maquetas de grupos españoles que superan lo alternativo hasta el punto de, en algunos de los casos, necesitar escuchar más de una y dos veces las canciones para que te digan algo. Al menos eso me pasa a mí. Me recuerda muchísimo a mi estado cuando me inicié en el mundo NIN o cuando escuché por primera vez a Aphex Twin, aunque, desde mi punto de vista, siempre guardando las distancias. Ya me entendéis.
Entre los coros tradicionales "que se besen" y "que vivan los novios", The Solvers subió al escenario del garito. En una sala completamente insonorizada, muy acogedora y, a pesar de todo, bien ventilada, el grupo empezó a lo suyo.
Son grupos que no me transmiten nada. Tocan bien. Son melodías, en algunos casos, que te llaman la atención e incluso esperas que vayan a más, aunque nunca lo hacen. Sin embargo, todos los ritmos están orientados a no dejar escuchar nada la voz, como si los componentes del grupo fueran conscientes de sus carencias vocales. Es cierto que sólo estuve escuchándolos media hora y que les faltaba el bajista. Pero una de dos, o el bajista es el ser supremo que hace que cada nota que sale por sus 4, 5 ò 6 cuerdas sea deleite celestial o The Solvers se quedan ahí, en lo que vi.
Desde luego, de la hora que estuve allí, lo más divertido y que mereció la pena fue la curiosa situación de ir a una boda en la que a pesar de no estar invitado, nadie me miraba mal (además de tomarnos una cerveza a su salud).
Ojalá coman muchas perdices.
Pero nunca me había pasado encontrarme en un concierto que se celebraba por una boda a la que no estaba invitado. Ver ir y venir al novio y a la novia, con sus trajes inmaculados, rodeados de sus amigos más íntimos, entre vítores y cánticos familiares. Y yo (nosotros) allí.
The Solvers son un grupo madrileño que han participado este año en el proyecto demo de Radio3, cuyo ganador tiene derecho a participar directamente en el FIB. En general, se trata de maquetas de grupos españoles que superan lo alternativo hasta el punto de, en algunos de los casos, necesitar escuchar más de una y dos veces las canciones para que te digan algo. Al menos eso me pasa a mí. Me recuerda muchísimo a mi estado cuando me inicié en el mundo NIN o cuando escuché por primera vez a Aphex Twin, aunque, desde mi punto de vista, siempre guardando las distancias. Ya me entendéis.
Entre los coros tradicionales "que se besen" y "que vivan los novios", The Solvers subió al escenario del garito. En una sala completamente insonorizada, muy acogedora y, a pesar de todo, bien ventilada, el grupo empezó a lo suyo.
Son grupos que no me transmiten nada. Tocan bien. Son melodías, en algunos casos, que te llaman la atención e incluso esperas que vayan a más, aunque nunca lo hacen. Sin embargo, todos los ritmos están orientados a no dejar escuchar nada la voz, como si los componentes del grupo fueran conscientes de sus carencias vocales. Es cierto que sólo estuve escuchándolos media hora y que les faltaba el bajista. Pero una de dos, o el bajista es el ser supremo que hace que cada nota que sale por sus 4, 5 ò 6 cuerdas sea deleite celestial o The Solvers se quedan ahí, en lo que vi.
Desde luego, de la hora que estuve allí, lo más divertido y que mereció la pena fue la curiosa situación de ir a una boda en la que a pesar de no estar invitado, nadie me miraba mal (además de tomarnos una cerveza a su salud).
Ojalá coman muchas perdices.
1 comentarios:
En fin, pudo haber sido peor. No, no... No pudo haberlo sido, no...
Aich :/
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