Madrid, 2 de mayo de 2018
Si tuviera que elegir una obra completa, tendría muchas dudas. Por suerte, son varios los libros, películas, álbumes y conciertos que llenan mi cabeza. Sin embargo, fue en los albores de la adolescencia cuando ubico la semilla del rock, del blues y de determinadas actitudes que despertaron en ese momento y hasta hoy siguen floreciendo. Y le echo la culpa, entre otras cosas, a una ópera.
Jesucristo Superstar no va solo de una de las historias más manidas de la humanidad, sino de un camino alternativo, rupturista; de un cambio de papeles donde el malo es un incomprendido y el bueno tiene una relación indefinida con una prostituta, porque es la única que le calma cuando no hay marcha atrás. Hay soledad, amistad, amor imposible, revolución social, comedia, belicismo, drama. Es una historia llena de marionetas. Ni Judas quiere traicionar (pobre Judas), ni Pedro negar (nunca, mi Señor), ni Pilatos sentenciar (ayúdame a salvarte, Jesús). No entienden hasta el final que el guion estaba escrito. Un Jesús humanizado duda, ama, se harta, se cansa, empuja, blasfema, teme. ¿Está ya todo escrito de antemano? ¿realmente podemos cambiar las cosas? ¿seremos juzgados por nuestros actos o podemos aspirar a bailar con ángeles incluso habiendo cometido los más terribles errores? Todo esto pasaba por mi mente adolescente, con una gran dosis de rock, blues y jazz.
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"Dejad de tiradme del dedo o preparaos para poner la otra mejilla" |
He de decir que, aun a riesgo de retratarme, la versión en castellano de esta obra por los Camilo Sesto, Teddy Bautista & Cia no tienen nada que envidiar de la original del mismo Ted y Carl Anderson. Y lo mismo para la parte instrumental. Esas voces, música e incluso la traducción estuvieron a gran altura, amén de algún arreglo excesivo para mi gusto con sintetizadores en alguno de los temas. Por poner algún pero. Sin embargo, ver un Neeley ya bien entrado en los 70 desgañitarse con Gethsemane era un momento que requería mi presencia.
En general, la puesta en escena, vestuario, música, interpretaciones, etc. de este JC del 2018 recoge el espíritu hippie y transgresor del 73 (recordemos: un judas negro, una prostituta como ¿amante?, un Herodes mitad hipster mitad Drag). Por supuesto con más luz. Por supuesto con mejor sonido. Pero la misma esencia. Bien. Muy bien.
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"Si os volvéis a meter con James Brown, os convierto en polvo" |
Hablemos de la música. El grupo en directo fue un espectáculo. Con los violines y vientos ocultos, las guitarras, teclados y tambores se adueñaban de cada movimiento, de cada escena, de cada gesto. La música es el verdadero canal de transmisión de esta ópera, facilitando la llegada de los múltiples mensajes que se leen entre líneas, y que conforman, creo yo, momentos mágicos sobre el escenario.
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"¿Qué has hecho, Peter?" "No es No" |
Ojalá más de uno tomara nota.